domingo, 18 de mayo de 2008

Utopía y el otro Cristo



UTOPÍA

Si pudiera de golpe
arrinconar olvidos y semanas
junto a los nidos de agua
de mi secreta cáscara.

Si lograra arrojar
en las islas neutrales
las cenizas que muerden el árbol y las lágrimas,
y pudiera dejar que una ecuación rotunda
insertase su atmósfera de pétalo
en cada pabellón desamparado;
empapada de estrenos sobre un licor tardío
bebería las notas
de un festival de espigas y de vuelos.

Pero apenas soy sangre
que retumba en los muros
de la piel cotidiana,
y en mis hombros fatales
amamanto a una araña de sal
que desvaría.


EL OTRO CRISTO

Como un tren enceguecido,
la metralla hace surcos
entre el incienso y la afonía de los ruegos.
Nadie les da pan
ni explicaciones.
Las ánforas del llanto
se han secado,
y otra luna de vidrio
rasga el cristal
en la busca de ojos y de abrazos.
La calle grita sola,
y entre los despojos que muerden,
un maniquí de estopa,
arrastra todavía una bandera.
Pesa un minuto absorto;
y de rodillas,
implora por la paz en la mañana.
En un vagón de esquirlas,
las piedras del silencio se entrechocan.
Un Cristo ciego ha cruzado sus brazos.

(Poema presentado en la apertura del Festival de Poesía por la Paz, París 2007)

No hay comentarios: