domingo, 18 de mayo de 2008

EDIFICIO, una novela en escombros



Fragmento


En la planta baja del sexto piso funciona a veces casi nunca el quiosco "Chupate Esta Mandarina". El encargado ocupa ese puesto como recompensa a su de ningún modo desmentido y tal vez hereditario atolondramiento, y su labor deja bastante que desear. Las consecuencias que esta actitud acarrea son tan fáciles de suponer que hasta yo supongo. Al menor descuido, ante la más pequeña insinuación, la pila de mandarinas se despreocupa del equilibrio y se explaya por el piso, y uno que anda por andar justo acierta a pasar por ahí, hace como que nadie lo mira y se inclina, levanta una cualquiera y se aferra a ella con la mejor intención, y en el momento de usarla la mandarina se niega a responder, hace un ruido extraño, no cumple con lo que su envase promete, en fin, falla. Así, uno que a la mañana a duras penas abrió los ojos, y se lavó la cara con jabón dos veces, y se considera un buen tipo de los que no le hacen mal a nadie, y fue a hacer algo en el edificio porque no sabe hacer otra cosa o por lo que sea, sale a la calle a la tarde o más tarde a pesar de todo de lo más contento, radiante con la mandarina en su poder, y ese ensayo de felicidad dura hasta el momento en que la muerde y pretende chuparla, entonces y sin escalafón se convierte en un resentido social o en un amargado para toda la cosecha o en una piltrafa humana. Y después se pasa la noche pensando en quién es realmente uno, de dónde viene a estas horas, adónde va tan apurado, qué hace despierto hasta tan tarde, y lo más importante, el nudo del gordo, la pregunta del millón de respuestas, por qué la mandarina dista tanto de ser jugosa. Y con tantos interrogantes que lo interrogan no puede dormir, y mucho menos soñar, y da vueltas y vueltas en la cama, y la cama se queja, y en medio de la noche uno dice la pucha digo o lo piensa en voz baja y no lo dice, y lo único que desea es oír pronto el despertador para volver lo antes posible al edificio, pues presiente que allí no le han dado lo que le correspondía, y por momentos piensa que no tendrá tiempo para que la justicia estalle en mil pedazos y atrapar aunque sea uno en el aire, justicia al voleo que le dicen, y entonces llega temprano y se va tarde, y mientras tanto acepta hacer cualquier cosa sin importarle si le pagan poco o poco, y trata de hacer lo conveniente aunque a lo mejor no sea lo convenido, para ver si a la salida, sobre todo si es un viernes impar, tiene suerte y de casualidad al agacharse levanta la mandarina que le estaba destinada.


MARIO CAPASSO nació en Villa Martelli, localidad del Gran Buenos Aires, República Argentina, en la que continúa residiendo. Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro y Federico Jeanmaire.
Ha publicado tres libros: EL FUTURO ES UN TROPEL ABSURDO, cuentos, año 1999, EL EDIFICIO, Una novela en escombros, novela, Ediciones AQL, año 2002., PIEDRAS HERIDAS, cuentos, Ediciones Corregidor, año 2005. Este último obtuvo el 2do. Premio del Fondo Nacional de las Artes, año 2003. El jurado estuvo integrado por Ana María Shua, Vicente Battista y Juan José Hernández.
Ha escrito un volumen de cuentos y dos novelas, que permanecen inéditos.
Actualmente escribe una novela breve.

Dirección de correo electrónico: mcapasso340@hotmail.com
Página web: www.textos-en-escombros.com.ar

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1 comentario:

Marina-Emer dijo...

He leido el fragmento de la novela "Edificio"me parece interesante,veo que tienes anunciados varios poemas ,otro rato pasaré a ver si puedo leer alguno,yo mas bien escribo poesia,incluso Relatos Poéticos.
volveré.
Saludos.
Marina pasto