viernes, 27 de febrero de 2009

Aldo Luis Novelli

LA MUJER DE LA ESQUINA

vaciabas la luna
en cada trago áspero que discurría
por tu cuerpo maltratado/

tus ojos se hundían
en los recovecos cálidos
en mañanas soleadas
a la espera del día imposible/

del instante eterno
en que los pájaros negros se vuelven luz
la lluvia baila con tortugas aladas/

y trenes oxidados
se alejan sin destino.


Del libro: "Camino cansado entre cuerpos"


ELLA A PESAR DE TODO


ella avanza
sin descanso ni sillas en el camino
ella va
atraviesa montes y llanuras
bajo soles incendiados y lunas heladas
y avanza
el poeta se detiene
afloja el ritmo
a veces se confunde
se sienta en la silla del poder
pero ella no transa
llega a la ciudad
camina por calles nocturnas
corre el último colectivo
mira la luna con una mujer ciega
habla con los mudos
juega con niños en el parque
ladra junto a un perro callejero
huele una rosa negra
y sigue
cruza las bocacalles sin mirar
la atropellan
la insultan
la quieren arrestar
pero ella sigue
entra en el alma de un suicida
y lo salva
sube a las alturas
habla con los dioses
y discute con satanás
entra al cuerpo de un menesteroso
y bebe vino barato
se emborracha
y se droga
con los muchachos en la plaza
incendia gomas en la ruta
reclama paz y pan
pan y rosas
verdad y justicia
enfrenta la usura
al poder de los totalitarios
a torturadores y genocidas
no quiere circo
ni hueso
ni vino agrio
ella no se arrodilla
no se vende
grita sueños y libertad
hace amigos sin tiempo
compañeros entrañables
reclama lo imposible
cambia el mundo
lo destruye
y crea
un mundo nuevo
ríe y llora como un niño
como un hombre libre
como un sueño realizable
y sigue adelante
persigue utopías cabalgando unicornios
navega los siete mares de la tempestad
sobrevive
y sigue sin tiempo
para pausas tramposas
para habladurías vulgares
entra a los barriadas marginales
a los barrios abandonados a la mala del diablo
se interpone entre dos contrincantes
y le disparan a la cabeza
pero ella la poesía
no se inmuta
solo sigue
debe llegar al final
de un camino sin fin
debe llegar a destino
a la salvación de todo hombre y mujer
debe llegar al amor fundamental.-

Florencia Barqui

“pie(s)nso”


Creí haber muerto por la investidura de una palabra.
Creí haber pronunciado la vida en términos equívocos.
Cada bocado se trasformaba en la más deliciosa frase,
que no existe
para mí
la verdad en palabras.

Creí que era noble al hablar,
más me traiciono a mí misma
Intentando traducirme a otro idioma.

Nadie entiende,
que yo digo en imágenes,
Que mi capacidad de la palabra
nunca fue tal,
igual que mi condena
que eternamente
me insta a deber usarlas.

Creo estar desterrada del mundo de la no- imagen
digo en silencio
de mi
y de mis ojos.

martes, 24 de febrero de 2009

Stella Maris Taboro

DÍA

Somos semillas,
de corazón,
paciencia,
amor,
Somos tierra que fecunda,
Nuestras manos,
lluvias de bendición,
Nuestra voz
ramitas de cielo
Nuestro despliegue de acciones
tiene la fuerza de la oración..

Así somos


Las mujeres somos,
mariposa profunda,
alas del aire y hálito de luz .
Tierra y ángel,
esencia de melodías
con latidos que retumban
hasta en los abismos.
Como se da una flor
en su néctar y color
así somos .
Lámpara eterna ,
hadas que sin rimas
conllevan el ritmo
de la magia,
Agua del cielo
con ramas de manos
que amasan sólo amor .
Así somos
capullo intuitivo
que se vuelve poesía
sensitiva cruzada
de esfuerzos .
Colinas de azucenas cristalinas
gracioso perfume
de campanillas azules ,
camino de rocío,
derramando perlas y
brillos sin igual .


! Así somos!

José López Gómez

MUJER
A Nilda Dora Garcia.



Mujer
Desde el remoto confín de los ancestros
la España de los dos fue como un sino :
Mientras una mandaba concebirte
la otra alumbraría mi destino.

Mujer
entraste en mis registros amorosos
Venus tardía de mi vida marginada.
Fuiste senda, calle y camino;
Ruta excluyente de mi propia encrucijada.

Mujer
Yo sólo sabía de amores contrariados
de falsos amores y amores vanos.
De la carne esclavos, los amores aquellos
Eran carne y miel y eran paganos.

Mujer
Por esas ironías de la vida
nuestro amor fue lumbre en el pecado.
Cara y cruz la redención llegó
porque el amor pudo romper con el candado.

Mujer
yo te hice mujer-¡que duda cabe!-,
cuando el hombre primero no fue espíritu ni carne.
Y supimos de pasiones y nirvanas
más allá de la muerte y de la sangre.

Mujer
Caminé los caminos de tu cuerpo;
supe de tus borrascas y tu calma;
custodio de tu parto erótico
Alfa y Omega de las aristas de tu alma.

Mujer
así tuvimos las montañas y los bosques
y también los Ríos y los mares.
Y en un quasar de luz embarazado
El Aleph de todos los lugares.

Mujer
Pero algo se quebró un día( y dicen
que un hada del mal fue la culpable).
Y desde entonces el amor guarda silencio
a pesar de que Dios quiere que hable.
¿Está herido de muerte?
No se sabe.
¿Olvidó las palabras que lo honran?
No se sabe.
¿Renunció a los besos de la piel?
No se sabe.
¿Reniega del azul de los orgasmos?
No se sabe. No se sabe.

Desde entonces mujer,
dicen que el amor navega a la deriva
de los sueños- que de sueños saben-;
dicen también que el amor viaja herido
del orgullo preso y en sus propias naves.
Que el corazón sabe su secreto
Porque lo tiene bajo siete llaves.




Del libro “Poemas de Amor en Capricornio”

Teresa Palazzo Conti

IMPIEDAD


Soy aflicción antigua que solloza
en el cruce mortal
de excesos y tatuajes;
un puñado de súplicas,
que ataviado de andrajos
alimenta una victoria inútil.


Por la esquina teatral de mis asombros
van sórdidos embates,
y en la cárcel de la cobardía,
el dolor deletrea la respuesta negada.


En la geometría de las burlas,
el infortunio
corona estigmas letales
por las avenidas de la injuria.


Veo una daga que surca
las espirales de mi centro
y llevo el peso
de un hombre adherido a la frente;
su violencia.


Un volcán de exterminio
brama desde sus profundidades,
y no cesan las voces
de las sombras hirsutas
que se mueven sin mí;
desde mi pena.


Busco brechas sin lava
en su mirada,
pero ya inhalo el hedor del humo
cuando entierra sus manos
en fuegos victimarios.


Son muchas las muertes sucesivas
que desfilan por turno
con las garras en alto.

Nadie procura descifrar
las dosis infinitas del veneno impostor.


Aumenta mi vigilia,
y los ojos del miedo ya no duermen.


Al poder de alguna máscara,
encomiendo entonces
las bengalas de mis fuerzas.

Una procesión anónima de tribus
lidia con los espíritus del ritual,
y fertiliza la ceremonia de los golpes.


Frente al cordero del sacrificio,
se enaltecen los demonios
que festejan la oscuridad,
y una de las máscaras
avanza
sin huellas de mi rostro,
en el intento valeroso
de espantar
sus designios
y medir las tinieblas desde afuera.


Como profanación de abrazos y de orgullo,
las heridas sin nombre se suceden.


Un insomnio borracho
se acomoda
entre el bautismo de una paloma degollada,
con un ala sola,
y un ángel que duerme
en la injusticia de la masacre.


Es cada instante,
el último.


Mi figura se torna indescifrable
entre las lenguas de la ira,
y los últimos gestos
tientan
un espejo profundo
donde infligir el comienzo de otra imagen.


Soy apenas la inmóvil,
la olvidada,
la que seca lágrimas de polvo
en la clausura de su estatua.


Sólo el afán etéreo
de otros ojos inocentes,
me impulsa a rescatar
alguna esfera intacta.


Sin reparar en el verdugo,
me incorporo.





Poema seleccionado para integrar el
Libro-Antología "LA MUJER ROTA"
presentado en la Feria Internacional de Libro
Guadalajara, 2008

Hugo Patuto

EN EL DÍA NTERNACIONAL DE LA MUJER


Con el inquietante secreto de los mares,
con las agujas del tiempo más elaborado,
con el vicio de ahondar la esperanza,
con otros detalles hasta lo mágico y simple,
con el aire de la luna entre las manos,
así permaneces, libre.
Con el mismo ritual que esconde el vino,
con la huella generosa del arte,
con palabras que buscan tu silencio,
con el terror plantado en la mañana,
con la memoria de los cuatro elementos,
así te alcanzo, vivo.

María Rosa Bruno

PALABRAS SUELTAS


1
Palabra de amor
¿Por qué estabas extranjera
en la nube perdida?

2
La palabra del placer
atraviesa
como al carro de mi noche
la orilla de tu voz
y como a una lámina de mar imita
arriba hundiéndose sobre la arena de mi cuerpo.

3
El útero del tiempo
es un albergue de palabras
sólo conocido por la sonrisa que las fecunda.


4
Las palabras toman cuerpo.
Oigo al texto que sale y a la lluvia afuera.
El viento pierde los límites
de nuestros cuerpos.
Por dentro quedo ilimitada.

5
Las palabras apacientan la mirada.
Leo con mi sexo sentido:
“Te deseé hasta el límite
de tu sonrisa”.

6
perverso
el mirar
del cuerpo
abierto al espacio
a la vista del texto
nubes de gozo
presencia que mira
sin límites
punto de vista del sexo
contrapunto de goce
no mirar el misterio
palabra de lluvia
cuerpo contra cuerpo
bien mirado
gozar del tiempo

Gustavo Tisocco

LA MUJER

La mujer del presidente hoy hará una donación:
se quitara su zorro y entre adoquines lo dejará marchar.

La mujer del embajador hoy hará un acto de caridad:
se despojará de sus diamantes para que vayan de nuevo al carbón.

La mujer del obispo hoy hará una promesa:
se quitará las enaguas de seda para despedir el pecado.

La mujer del soberano hará de cuenta que existe la fe:
se despojará de su zapato de cristal para hundirse en el barro.

La mujer del barrio humilde creerá que existe Dios,
se vestirá de piel, brillarán estrellas en sus manos,
transpirará su sensualidad marchita
y será cuento de hadas solo por hoy.

Susana Szwarc

CIELOS

El cielo se inclina:
acaricia el vientre creciente
de Bárbara.
Nosotras también.

Hombres espían tras los árboles.

Giro mi cabeza
hacia uno-hacia otro
y justo gira
la cabecita
de la niña
por venir.

Desdoblamiento celeste.

Invitamos
-las cejas en alto-
y ellos se acercan
-más despacio que estatuas-
vestidos de padres.

(Bárbara dice: / Alción Editora)

Liliana Aleman

ESPERA

Mañana de mujeres sin carne
viendo
mujeres a través
de un vidrio rasgado.

Alfareras en el vitreaux
recubiertas de tierra
esperan
inmensas
nubes de barro ellas
un vago doblez
qué miran
ese borde de estaño.

(La habitación / Ediciones Último Reino)

Edna Pozzi

ALICIA MOREAU


Ya le temblaban la manos
donde la muerte había cavado desiertos resecos
y ríos azules de tristeza
le temblaban las piernas
que antes habían sido tan fuertes para correr en las manifestaciones
y en los ojos opacos la mirada retrocedía
mientras ella hablaba de la paz
en el hogar de ancianos donde toda su estatura
había venido a caer entre acideces
el cuerpo erosionado, purgando su plenitud combatiente
aquellos días de discursos y panfletos
donde el aire era como una rosa
y los muertos de la justicia social resplandecían
como banderas de vidrio
nardos en las sienes para los compañeros caídos
y la mujer que había sido, que era
en ese siglo injusto con hornos
para quemar a los disidentes, ese siglo
que por fin terminaba
con sus guerras injustas y su brújula incierta
se derrumbaba sobre sus piernas inmóviles
sobre las rodillas puntiagudas de una vieja
la mujer de libros y esposos tremendos
recortados en el socialismo
en el fervor de una vida nueva para todos
mientras las damas patricias embarcaban a Europa
con sus collares y sus abalorios de oro
y ella, la extraña, con una enorme piedad
por las criaturas vencidas
que durante doce o catorce horas cosían ropa ajena
y eran arrancadas de las escuelas
para servir en las casas acomodadas
o vender sus cuerpos morenos, de aquí, del Sur
en las esquinas de lluvia, lodazal y tango
de la remota Buenos Aires, virgencitas de yeso
que alguna vez serían educadas y tendrían
opiniones y votos y tal vez hasta universidades
si alguien lograba arrancarle al poder
sus púas envenenadas
si la potencia del sueño - otro país, otro mundo -
fuera más terrible que los fusiles
y las espadas de los entorchados
y otra vez correr en las manifestaciones
huyendo de policías bravos
otra vez negarse a mirar por los visillos
un país que transcurría
lejos de la justicia
y cruzar los umbrales
Alicia Moreau de bibliotecas
y mensajes cifrados, blusa de banderas rojas
atreviéndose al metal de la palabra
porque otra tierra era posible
otro país de niños verdes
de trigo verde salpicado de trebolares
de versos caídos en los surcos
de prímulas salvajes
de chicos sin difteria y hambre
otro país posible, Alicia Moreau,
hoy que se mira morir frágil y desventurada
por aquella inmensidad del sueño
que ahora es apenas una hilacha sangrante
como las venas de un cuerpo condenado al olvido
la dulce mujer que estuvo en los umbrales
donde las cosas empiezan
donde las palabras son devueltas a su gracia original
compañera al fin, señora agonizante
de todas las mujeres y los niños
subversiva del gris, de la opacidad de los poderosos
Ahora que se muere tal vez no sabiendo
que sus piernas duras aún corren en las manifestaciones
como cuando tenía veinte años
porque algo se salva en su muerte
como un jazmín de vidrio
y habrá que perseguirla de nuevo
para que no plante su bandera en las plazas públicas
y hable de cosas hermosas y frágiles


Mientras las mujeres de ojos oscuros levantan la cabeza
y en el fondo del pozo los obreros de la sal y el petróleo
piensan, equivocadamente,
que ha llegado la primavera.