martes, 24 de febrero de 2009

Teresa Palazzo Conti

IMPIEDAD


Soy aflicción antigua que solloza
en el cruce mortal
de excesos y tatuajes;
un puñado de súplicas,
que ataviado de andrajos
alimenta una victoria inútil.


Por la esquina teatral de mis asombros
van sórdidos embates,
y en la cárcel de la cobardía,
el dolor deletrea la respuesta negada.


En la geometría de las burlas,
el infortunio
corona estigmas letales
por las avenidas de la injuria.


Veo una daga que surca
las espirales de mi centro
y llevo el peso
de un hombre adherido a la frente;
su violencia.


Un volcán de exterminio
brama desde sus profundidades,
y no cesan las voces
de las sombras hirsutas
que se mueven sin mí;
desde mi pena.


Busco brechas sin lava
en su mirada,
pero ya inhalo el hedor del humo
cuando entierra sus manos
en fuegos victimarios.


Son muchas las muertes sucesivas
que desfilan por turno
con las garras en alto.

Nadie procura descifrar
las dosis infinitas del veneno impostor.


Aumenta mi vigilia,
y los ojos del miedo ya no duermen.


Al poder de alguna máscara,
encomiendo entonces
las bengalas de mis fuerzas.

Una procesión anónima de tribus
lidia con los espíritus del ritual,
y fertiliza la ceremonia de los golpes.


Frente al cordero del sacrificio,
se enaltecen los demonios
que festejan la oscuridad,
y una de las máscaras
avanza
sin huellas de mi rostro,
en el intento valeroso
de espantar
sus designios
y medir las tinieblas desde afuera.


Como profanación de abrazos y de orgullo,
las heridas sin nombre se suceden.


Un insomnio borracho
se acomoda
entre el bautismo de una paloma degollada,
con un ala sola,
y un ángel que duerme
en la injusticia de la masacre.


Es cada instante,
el último.


Mi figura se torna indescifrable
entre las lenguas de la ira,
y los últimos gestos
tientan
un espejo profundo
donde infligir el comienzo de otra imagen.


Soy apenas la inmóvil,
la olvidada,
la que seca lágrimas de polvo
en la clausura de su estatua.


Sólo el afán etéreo
de otros ojos inocentes,
me impulsa a rescatar
alguna esfera intacta.


Sin reparar en el verdugo,
me incorporo.





Poema seleccionado para integrar el
Libro-Antología "LA MUJER ROTA"
presentado en la Feria Internacional de Libro
Guadalajara, 2008

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