domingo, 6 de julio de 2008

Mario Capasso

TRISTEZA DE LA CASA LEJOS

No hay vuelta que darle, che, por más que busco no encuentro los papeles. He revisado cada rincón, pero la casa es grande, y triste.
No sé por qué me decidí por la cocina para comenzar la búsqueda, tal vez el hambre guió mi elección, no lo sé, y si bien no hallé demasiados alimentos, fue suficiente como para recomponer mis fuerzas y seguir. En la cocina habitan olores raros, se distinguen entre sí, no se mezclan. Exploré cada mueble, el horno, la heladera, revolví las ollas y los cubiertos. Mientras tanto, la gente entraba y salía.
A la sala de estar le dediqué una minuciosa revisión. Pedí permiso a los que se encontraban ya allí, ni me lo dieron ni me lo dejaron de dar. Algunos se entretenían en juegos que no conozco o leían revistas y diarios con nombres extraños, otros conversaban y me hubiera gustado entender lo que decían. Se escuchaba música, distintos ritmos, pero tango no.
Algo desanimado, entré al dormitorio. Había personas que dormían, unos cuantos hacían el amor, los menos parecían pensar o tal vez sufrían de insomnio. La búsqueda allí también se vio coronada por el fracaso.
Voy a intentarlo de nuevo, debo recomenzar, los papeles que busco representan mi pasado, dan cuenta de mi historia. Pero será difícil, la casa es grande, y triste, y yo no la elegí, y nunca será mi casa.

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